Viaja con cuidado y regresa pronto
¿Cómo aprendí lo que es el orgullo? Me lo enseñó una niña de cuatro años que me mojó la cabeza en 1985. Ésa fue la primera vez que me dolió, y casi al mismo tiempo aprendí lo que era la nobleza porque otra niña, hermana gemela de la primera, me tomó de la mano y me dijo "Párate aquí en el sol para que se te seque la cabeza". Inmediatamente después le dijo a su hermana "Déjalo en paz y discúlpate".
No recuerdo si hubo disculpa o no, pero lo que sí recuerdo es que esta niña, la que me defendió, momentos después me pedía que perdonara a su hermana. Éramos muchos los que nos reuníamos en unas escaleras a cantar la "un elefante se columpiaba", pero sólo las recuerdo a ellas.
Éramos niños la última vez que nos vimos y hace un tiempo me encontré a esa linda niña que me defendió, convertida en una mujer exitosa, hermosa, noble, inteligente y muy agradable. Con ella descubrí que puedo mantener una plática por más de ocho horas, que puedo ir a una tienda con intenciones de comprar todos los chocolates del lugar, que hay tapetes que cuestan 60 dólares por pie cuadrado y que es muy divertido verla sentir y vivir las películas en el cine.
Ella tenía años buscando la oportunidad de trabajar y vivir en el extranjero, por fin lo logró. En un par de semanas se va al otro lado del mundo con la maleta llena de sueños, anhelos y esperanzas; una bolsa de mano llena de recuerdos y con el cuerpo cubierto de los abrazos de todos aquellos que la queremos y que queremos verla bien y feliz.
Ileana, te voy a extrañar.
Lleva siempre en tu bolsa una botella de agua, un pañuelo y una bufanda. Camina todo lo que puedas, disfruta, trabaja mucho y viaja sin miedo y sin temor, que los bienaventurados son aquellos que dejaron ese lastre en el sótano de su hogar. Disfruta de los paisajes y fúndete con los atardeceres, vive cada día como si te regresaras al siguiente y sobre todo, no te olvides de nosotros, que aquí siempre nos vamos a acordar de ti, en especial yo.
Regresa pronto, que muchos te esperamos de vuelta.
Con todo mi cariño.
Cristian.
No recuerdo si hubo disculpa o no, pero lo que sí recuerdo es que esta niña, la que me defendió, momentos después me pedía que perdonara a su hermana. Éramos muchos los que nos reuníamos en unas escaleras a cantar la "un elefante se columpiaba", pero sólo las recuerdo a ellas.
Éramos niños la última vez que nos vimos y hace un tiempo me encontré a esa linda niña que me defendió, convertida en una mujer exitosa, hermosa, noble, inteligente y muy agradable. Con ella descubrí que puedo mantener una plática por más de ocho horas, que puedo ir a una tienda con intenciones de comprar todos los chocolates del lugar, que hay tapetes que cuestan 60 dólares por pie cuadrado y que es muy divertido verla sentir y vivir las películas en el cine.
Ella tenía años buscando la oportunidad de trabajar y vivir en el extranjero, por fin lo logró. En un par de semanas se va al otro lado del mundo con la maleta llena de sueños, anhelos y esperanzas; una bolsa de mano llena de recuerdos y con el cuerpo cubierto de los abrazos de todos aquellos que la queremos y que queremos verla bien y feliz.
Ileana, te voy a extrañar.
Lleva siempre en tu bolsa una botella de agua, un pañuelo y una bufanda. Camina todo lo que puedas, disfruta, trabaja mucho y viaja sin miedo y sin temor, que los bienaventurados son aquellos que dejaron ese lastre en el sótano de su hogar. Disfruta de los paisajes y fúndete con los atardeceres, vive cada día como si te regresaras al siguiente y sobre todo, no te olvides de nosotros, que aquí siempre nos vamos a acordar de ti, en especial yo.
Regresa pronto, que muchos te esperamos de vuelta.
Con todo mi cariño.
Cristian.