Europa, justo a la mitad.
En estos momentos se estará preguntando usted, mi querido lectora lector, qué carajos estoy haciendo aquí escribiendo en lugar de estar caminado por las ciudades europeas. Bueno, la respuesta es sencilla, desde hace dos días ha estado lloviendo a cántaros, se está cayendo el cielo, Dios está llorando, hace un frío de los mil demonios, y sí, parece que se está congelando el infierno.
Los primero días fueron muy agradables: hubo sol, hizo calor, vi a mi hermana y a su esposo, etc. y también he caminado como no lo hacía desde que estaba en el ejército, un chingo y con una mochila de ocho kilos encima.
Aquí el dinero se va rapidísimo, pero me he visto ahorrativo, que no miserable, he estado comiendo bien, tres veces al día y eso sí, con una cerveza siempre acompañando mis sagrados alimentos.
Aún tengo cosas que hacer, visitas pendientes y entregas incompletas, pero todo pian pianito que este continente se come un trozo a la vez.
Les mando un abrazo con una imagen, ejemplo de lo chingones que somos los mexicanos cuando queremos, el premio de un personaje al que se ama o al que se odia pero que nunca dudó cuando hubo que sacar la casta: el Botín de Oro de Hugo Sánchez.
Por cierto, un ukranianio me quería carterear, pero por tranza lo único que pudo sacar de la bolsa de mi pantalón fue su brazo torcido, despúes les platico.
Abrazo desde tierras europeas.
Cristian.
Los primero días fueron muy agradables: hubo sol, hizo calor, vi a mi hermana y a su esposo, etc. y también he caminado como no lo hacía desde que estaba en el ejército, un chingo y con una mochila de ocho kilos encima.
Aquí el dinero se va rapidísimo, pero me he visto ahorrativo, que no miserable, he estado comiendo bien, tres veces al día y eso sí, con una cerveza siempre acompañando mis sagrados alimentos.
Aún tengo cosas que hacer, visitas pendientes y entregas incompletas, pero todo pian pianito que este continente se come un trozo a la vez.
Les mando un abrazo con una imagen, ejemplo de lo chingones que somos los mexicanos cuando queremos, el premio de un personaje al que se ama o al que se odia pero que nunca dudó cuando hubo que sacar la casta: el Botín de Oro de Hugo Sánchez.
Por cierto, un ukranianio me quería carterear, pero por tranza lo único que pudo sacar de la bolsa de mi pantalón fue su brazo torcido, despúes les platico.
Abrazo desde tierras europeas.
Cristian.